No a la Guerra
En Aliter Abogados lo tenemos claro ¡no a la Guerra! Es necesario ponernos en la situación de estas personas que huyen de su país por un motivo tan triste, e indignante. Es necesario acoger, pero en condiciones óptimas para ello. María José Alamar realiza una reflexión sobre la necesidad de aumentar el parque de viviendas de protección oficial, que tanto deja que desear en gran parte del territorio español. Ahora más que nunca, hay que dar respuesta a una necesidad que se ve incrementada por la recepción de refugiados en busca de una nueva oportunidad.
Acudimos absortos a un estado de guerra que parece amenazar no únicamente a Ucrania, más bien: al mundo entero.
Cuando desde aquí en Valencia nos encontramos en periodo fallero y la pólvora inunda nuestras calles, no es de extrañar que oigamos los petardos y las mascletás desde otro punto de vista; esa humareda que en este caso es festiva, nos recuerda que en otro país las explosiones no son cohetes si no bombas, y que cuando se vaya el humo no habrá vítores sino gritos y destrucción. Y desde esta situación mi pensamiento va dirigido a que solo quiero este tipo de pólvora.
La población escapa de la guerra con lo puesto; el fin de semana pasado en Castellón compartimos albergue con algunas de esas familias que escapaban de la guerra. Familias con niños recién nacidos, ausentes, y donde los más mayores juegan ajenos a las guerras con nuestros hijos: “bendita niñez”. Familias que han huido con lo puesto como lo hubiéramos hecho cualquiera y que ahora están aquí y necesitan de nuestra solidaridad y apoyo, por su puesto.
Pero quiero poner el énfasis también, en que esta situación viene a agravar la que ya estaba patente, y callada, en España (y en el entorno que más conozco que es Valencia) donde hay listas de cuatro años para acceder a viviendas de protección oficial o alquileres sociales. Las familias de acogida y los albergues soluciones efectivas para acoger a todos aquellos que huyen de la guerra, pero hay que ser realistas: son temporales. Existen miles de familias que residen en sus propias casas que ya no son de ellos sino de entidades bancarias, en el mejor de los casos, o de fondos buitre, y que cuando acaben las moratorias se van a ir a la calle. Esas también son mis familias y también tienen hijos y mascotas y siguen sin alternativa habitacional.
Extendemos la solidaridad también para los nuestros para no acentuar la brecha.
El problema de vivienda es un tema, que debe unir a todos los partidos y quedar fuera de las disputas de poder, no estamos hablando de números o expedientes (para eso están las entidades financieras y los entes para bancarios que únicamente miden en términos económicos de beneficios) Estas familias -las que ya están y a las que hay que acoger- necesitan una vivienda, dado que es difícil integrarse en una sociedad y buscar trabajo si no puedes ni darte una ducha y adecentarte. Es difícil salir de la calle en la calle. Por lo que es primordial tener un techo que además en tiempos de pandemia es vida.
Es urgente y necesario, políticas de vivienda inclusivas que permitir la reinserción social de todos aquellos que están dispuestos a trabajar por un futuro mejor, y es necesario que esos programas de verdad lleguen a las personas que lo necesitan y se hagan con fondos.
Pero por favor no dejemos a nadie atrás.
Las ejecuciones hipotecarias de vivienda están disparadas, los desahucias de alquiler, los procedimientos de precario, las moratorias por COVID19 y las moratorias por vulnerabilidad, y todavía los números no están demostrando la realidad: tenemos una crisis de vivienda a la vista, y si no queremos que nuestras calles se llenen de gente sin hogar -y potenciar la aporofobia- es necesario actuar ya desde todos los ámbitos, y es necesario un compromiso para el cambio y una mirada a futuro.
Para que el único olor a pólvora sea el de las Fallas de Valencia. Este también es un estruendo en Valencia por la paz.